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La pimienta negra (Piper nigrum) y la cúrcuma (Curcuma longa) son dos especias de origen hindú que se utilizan tanto en alimentación como por sus propiedades medicinales. La primera proviene de las semillas de una parra perenne trepadora y la segunda pertenece a la familia del jengibre.
La gracia de tomar estas dos especias combinadas reside en que juntas potencian sus beneficios para la salud. La piperina, uno de los componentes de la pimienta negra, aumenta la absorción de la curcumina, presente en la cúrcuma, por parte de nuestro cuerpo. Así mejoran su acción frente a inflamaciones y dolores y nos ayudan a adelgazar. Además, tienen propiedades antifúngicas, antibacteriales, antisépticas y antioxidantes.
La cúrcuma mejora la digestión, alivia la artritis, protege el hígado, regula la menstruación y trata heridas y eczemas también ayuda a mejorar los síntomas de enfermedades degenerativas inflamatorias, la endometriosis, la colitis ulcerosa o la artritis reumatoide.
Además, debido a su ausencia de efectos secundarios a largo plazo, su consumo es más seguro y recomendable que el de algunos medicamentos con esteroides. La cúrcuma también desinflama y mejora la digestión. Al aumentar el flujo de bilis, ayuda al hígado a funcionar correctamente y a descomponer las grasas.
Por su parte, la piperina presente en la pimienta negra activa receptores de nuestro organismo que actúan frente al dolor. Esta propiedad analgésica beneficia a personas que sufren dolor en las articulaciones, por lesiones o cualquier otro tipo de dolor específico.
Estas dos especias provocan un aumento de los niveles de endorfinas, dopamina y serotonina en el cerebro cuando las ingerimos. Estas hormonas mejoran nuestro estado de ánimo y felicidad.
La combinación de la cúrcuma y la pimienta negra presenta un gran contenido en sustancias antioxidantes que protegen nuestras células frente al envejecimiento, pueden mejorar nuestra memoria y ayudar a proteger nuestro organismo frente al deterioro cognitivo. Esto es especialmente interesante para ayudar a combatir enfermedades degenerativas como el Alzheimer, tema que se investiga actualmente.
Por otra parte, la cúrcuma también ayuda a fortalecer nuestro sistema inmunológico, a inhibir el daño oxidativo del ADN de las células y a hidratar y proteger la piel.
Existen estudios que demuestran que la combinación de estas dos especias puede ayudar a frenar el crecimiento de las células cancerígenas, especialmente en los casos de cáncer de mama. Otras investigaciones determinan que la curcumina provoca la muerte de las células cancerígenas.